Si tengo que destacar algo de la última sesión, fue la corta (por tiempo) experiencia del compañero Sebastián. Yo, que vengo de la educación no formal (educación en el ocio y tiempo libre sobre todo) y que tengo por costumbre releer la Pedagogía del Oprimido cada vez que tengo una crisis existencial-educativa, me emocionó ver que todavía hay proyectos como Fe y Alegría. Y me ha hecho pensar mucho y he llegado a una conclusión: La innovación, el cambio, la mejora.... en fin, todas estas cosas que hemos tratado en esta asignatura, son más fáciles hacerlas en un contexto como el que nos contaron o como el que vivía Freire en Brasil o en un ámbito que no sea la educación formal. Creo que la educación formal en España está tan sumamente reglada y castrada que a cualquier pequeño cambio le llamamos innovación. Yo no vi el resto de experiencias como algo muy diferente a cualquier colegio que conozco. De hecho lo comentaba con mi compañera... esto no es algo tan especial como se quiere hacer ver.
Hay muy pocas experiencias que actualmente rompan y cambien tanto la realidad de la escuela como en su momento pudieron hacerlo Alexander Neill en Summerhill con la educación en libertad, la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia, las primeras escuelas Waldorf de Steiner (convertidas hoy, al menos en España, en centros elitistas hiper-mega-caros) o incluso la desescolarización de Ivan Illich. Estas experiencias, acertadas o no, si que introdujeron grandes cambios en la concepción de la escuela y en la pedagogía reinante. Hoy en España no hay casi experiencias de este tipo (os aconsejo que visiteis si tenéis oportunidad la escuela Paideia de Mérida) y si las hay las vemos como bichos raros mientras nos regodeamos en todos esos pequeños cambios que vamos introduciendo en nuestras escuelas creyéndonos que estamos pisando la Luna de lo lejos que hemos ido cuando realmente no hemos ni abierto la puerta de casa. ¿Por qué os cuesta tanto, profesores/as y líderes de la escuela española el romper y rasgar? Seguramente es que no os dejan avanzar tanto como os gustaría aunque también estoy seguro de que la gran mayoría no se atrevería a dar tantos pasos.
En la educación de adultos, en la educación popular, en la animación sociocultural y en la pedagogía del ocio, estas barreras hace tiempo que se saltaron. Si algo no funciona hay que cambiarlo e innovar con experiencias nuevas. Experiencias como la Universidad Trashumante en Argentina, la Escuela Libre Luchín y el Colectivo Arrebol en Chile o sin ir más lejos la Escuela Popular de la Prospe os pueden dar muchas ideas y una visión totalmente real de lo que es CAMBIAR con mayúsculas.
Así que recojo mi libro de cabecera de Freire y otro suyo muy preferido (Cartas a quien pretenda enseñar) para compartir con vosotros esto. si alguien quiere saber más, que pulse aquí:
- Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.
- Decir la palabra verdadera es transformar al mundo.
- Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.
- Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas
- Y mi preferida: La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACION del hombre.
No nos durmamos pues. Mientras la escuela solo forme hombres y mujeres complacientes con la sociedad que nos ha tocado vivir, cualquier cambio será pequeño y cualquier mejora será estéril. Así que, compañero Sebastian. GRACIAS. Muchas gracias por recordarme que aún hay quién intenta cambiar realmente las cosas. La vuestra es la palabra verdadera, la que intenta transformar el mundo. Sois dignos herederos de la pedagogía de la liberación.